Por Cnidus
Hoy es un día especial. Se celebra la justa manifestación estatal del orgullo gay, lésbico, transexual y bisexual de este año, la cual lleva el lema «Por la igualdad Trans«, e insiste en la necesidad de equiparar los derechos de las personas transexuales, transgéneros e intersexuales. Esta marcha por la igualdad de derechos se está convirtiendo en un movimiento reivindicativo que difiere considerablemente de las «manifas» habituales. Rodeada de un ambiente marcadamente festivo, suele venir acompañada de música, jolgorio, color y mucha, mucha, pluma ;o)
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Lucir las plumas no es algo nuevo. Los primeros en hacerlo fueron los dinosaurios, hace un disparate de tiempo. Así, muchos de ellos no eran los monstruosos seres escamosos sedientos de sangre de las películas de Spielberg, sino elegantes arcosaurios provistos de un plumaje de lo más simpático. Y como lucir tus mejores galas no es un derecho exclusivo del Homo sapiens sapiens, hoy presentamos a las reinas plumíferas del registro fósil:
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5º Puesto. Sinosauropteryx prima (Ji Qiang and Ji Shuan, 1996). Este bellezón fue presentado a la comunidad científica en el año 1997 por los paleontólogos chinos Qiang Ji y Shu’an Ji. Los fósiles fueron descubiertos en estratos del Jurásico Superior – Cretácico Inferior, en un inigualable yacimiento conocido como Formación de Yixian (provincia de Liaoning, China) (ref. 1).
El nombre de la criatura deriva de los términos «Sino-», referencia a China; «-sauro-» del griego «lagarto» y «-pteryx», del griego «pluma»; finalmente el nombre específico «prima», significa primero. Aún teniendo al “primer lagarto chino emplumado”, los autores lo interpretaron originalmente como la más primitiva ave descubierta (ref. 1). Normal, no es tan fácil distinguir aves antiguas de dinosaurios terópodos. Hoy, con estudios más completos, los paleontólogos lo incluyen como un bicho basal del grupo de los Coelurosauria (un grupo muy amplio de dinosaurios que incluye a “raptores”, ovirraptóridos, tiranosáuridos y un largo etcétera) (ref. 2 y 3).
Estos geniales estratos del Cretácico Inferior (145 – 97.5 millones de años) revelan una rica fauna continental formada por plantas, insectos, peces, lagartos, tortugas, pterosaurios, dinosaurios, mamíferos y, quizás lo más importante, aves con un plumaje intacto. Incluso se descubrieron fósiles de Sinosauropteryx con el contenido visceral, e incluso estomacal, en muy buen estado, gracias a lo cual se confirma que era un pequeño predador poco mayor de 1 metro de largo que comía incluso pequeños mamíferos. Y lo mejor, el fósil se presenta cubierto de un halo de sinuosos filamentos de hasta 40 mm de largo, como una densa cubierta de pelos envolviendo el cuerpo. Muchos autores ven en este animal, aunque se trate de un bicho “moderno”, a un portador de lo que debieron ser los primeros estadios evolutivos de las plumas (ref. 2 y 3).
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En el 4º puesto tenemos a Beipiaosaurus inexpectus (Xu, Tang & Wang, 1999). Como la bicha anterior, fue descubierto en la Formación de Yixian, en estratos datados en el Cretácico Temprano, por los paleontólogos chinos Xing Xu, Zhi-Lu Tang y Xiao-Lin Wang (ref. 4). Actualmente su holotipo se conserva con la denominación IVPP V11559 en el Institute of Vertebrate Paleontology & Paleoanthropology (Beijing, China).
Su nombre significa “lagarto inesperado de Beipiao”, derivado de «Beipiao-», ciudad de China cercana a la Formación de Yixian; «-saurus», del griego «lagarto» e «inexpectus», una palabra latina con la que hablar de lo “inesperado”; un nombre que no es casual, ya que sus descubridores no esperaban las curiosas plumas que desenterraron (ref. 4).
Este bicho pertenece al infraorden Therizinosauria, un grupo de terópodos herbívoros caracterizado por poseer unas garras que harían mojar los pañales a Freddy Krueger. Con 2.2 metros de longitud, es el dinosaurio más grande descubierto en la Formación de Yixian (ref. 4). Lo más llamativo de este animal son las plumas que recubren su cráneo, cuello, tronco y extremidades anteriores; tales plumas consisten en sencillos filamentos carentes de ramificaciones, de 100-150 mm de largo, que parten del cuerpo del animal. Son diferentes de las plumas encontradas en otros dinosaurios no avianos, las cuales no están formadas por un único filamento, sino por múltiples filamentos secundarios que parten de un filamento central (ref. 5).
Para los autores, tales plumas concuerdan perfectamente con el que primer estadio evolutivo de las plumas, cuya estructura había sido predicha con anterioridad por modelos del desarrollo. Por otro lado, gracias a este fósil es posible inferir que la pluma debía ser algo muy extendido en el “mundo perdido” mucho antes de la aparición de las aves y la evolución del vuelo (ref. 5).
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3º Puesto. La medalla de bronce se la dedicamos a un ser que es muy poca cosa, pero que se encuentra preciosamente conservado. Se trata de Caudipteryx zoui (Ji, Currie, Norell & Ji. 1998). También hallado en China, en los estratos del Jurásico Tardío – Cretácico Temprano (130 – 125 millones de años) de la Formación de Yixian. El holotipo se haya preservado bajo el nombre de NGMC 97-4-A en el National Geological Museum of China (ref. 6).
El nombre de la criatura, «Caudipteryx», deriva del griego y significa “cola emplumada”, por su parte, el nombre específico, «zoui», fue puesto en honor de Zou Jiahua, vicepresidente de China en aquel entonces y un ávido partidario del trabajo realizado por la comunidad científica en Liaoning. El fósil presenta al menos 40 remiges (plumas presentes en las alas y hoy relacionadas con el vuelo) en las extremidades anteriores y al menos 10 rectrices (plumas de cola) completas en el ápice de su humilde cola (ref. 6).
Poco más que añadir, se trata de una cosa canija de apenas un metro de largo y provista de un pico carente de dientes. Recientemente ha terminado por ser clasificado junto a los ovirraptóridos (ref. 7), un grupo de dinosaurios que incluye al famoso Oviraptor, una criatura también desprovista de dientes que antaño fue acusada de expoliar nidos, de robar huevos y de devorarlos sin compasión… y sin embargo, hoy es considerado un encantador ejemplo de madre modelo. Cosas de la paleontología.
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Con el 2º puesto, la medalla de la plata recae sobre un «lagarto terrible» lleno de dientes. Este sí que sí, es un verdadero dromaeosáurido, un miembro de la familia que incluye a bichos tales como el Velociraptor y el Deinonychus, son los asesinos de terribles garras, los “raptores”. Solo que viéndolos llenos de plumas, dan un poco de menos miedo. Igual sabían a pollo.
Descubierto también por Xing Xu y su equipo, los mismos que desenterraron a Beipiaosaurus, esta criatura fue bautizada como Sinornithosaurus millenii (Xu, Wang & Wu, 1999), que deriva de «Sino-», haciendo referencia a China; «-ornitho-», del griego “ave” y «-saurus», del griego “lagarto”; finalmente el nombre específico «millenii», era una referencia al nuevo milenio que estaba a punto de llegar (hemos de recordar que el fósil fue descubierto en 1999); luego aquí tenemos al “lagarto chino del nuevo milenio parecido a un ave”. Para variar fue desenterrado en la Formación de Yixian, en estratos de finales del Jurásico Tardío e inicios del Cretácico Temprano. El holotipo (IVPP V12811) se conserva en el Institute of Vertebrate Paleontology and Paleoanthropology de China. (ref. 8).
Este simpático dromaeosáurido presenta una serie de estructuras epidérmicas con un parecido extraordinario a las «plumas». No pareciéndose en nada a “fibras de colágeno”, denominación con la que han sido acusadas, por parte de los escépticos del origen «dinosauresco» de las aves, la mayor parte de las estructuras filamentosas que se han descubierto en otros dinosaurios. Las estructuras de Sinornithosaurus, como las «plumas» de las aves, están provistas de un filamento central (raquis) del que parten filamentos secundarios (barbas); aunque carecen de un elemento fundamental: las bárbulas, los filamentos que parten a su vez de las barbas. Los autores interpretan esta estructura como una “pluma primitiva” (ref. 9). Pulsando aquí, veréis otro magnífico fósil de esta especie, emplumado hasta las orejas, si las tuviera, claro.
Rizando el rizo, en enero de este mismo año un equipo de paleontólogos ha publicado un interesantísimo documento basado en el estudio de la dentición de este animal. Según este equipo, se trataba de un depredador con un cierto grado de especialización, como se infiere de la extravagante longitud de los maxilares (lo cual reduce la fuerza de mordida) y de la naturaleza heteroconta (variada) de sus dientes; tal es así, que según los autores es un animal que podría tener problemas si basara su caza en morder con fuerza a sus presas. A estos datos añaden la compleja estructura que aparece en los laterales de los maxilares, una estructura llamada fosa subfenestral, que se abre y conecta con un canal que recorre el diente. Así no solo tendríamos un depredador especializado, sino que esta especialización podría corresponderse con la de un animal venenoso, cuya glándula de veneno estaría situada en la fosa subfenestral, desde la cual vertería a través de canales situados en los dientes, tal y como sucede con muchas serpientes modernas… Curioso cuanto menos, ¿no? (ref. 10).
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